El chico que perdió el tren. Cap III.

Eliana llego a su casa un poco cansada, se sentia mal por haber tratado de esa forma al muchachito que esperaba su tren, muchas veces no podia consigo misma, era una persona muy timida, y le asustaba cualquiera que no conociera. Habia sufrido tantas veces por la gente de su alrededor que decidió cerrarse a cualquiera que se apareciera, aunque solo le pidiera la hora. Antiguamente habia tenido la capacidad de hacer amigos facilmente, siempre estaba rodeada de personas y ni siquiera tenia tiempo para un segundo de soledad, pero de eso habia pasado bastante, su vida tomo un giro muy inesperado cuando se fue la persona que jamás deja mencionar...
Tenia una tristeza enorme en su interior, vivia con su mamá y su perra, aunque ninguna le era de mucha compania, siendo hija de una bailarina de bajo standart tenia la casa para ella sola, y su perra, bueno, no le contestaba mucho a los que decia, en eso se parecia mucho a la madre de Eliana.
Se hizo de cena, una manzana y jugo de ananá, no habia mucho en la casa, y tampoco tenia ganas. Era un lugar que cuando entrabas perdias la alegria, el frio de las paredes, recuerdos de un padre que se fué, manchas de semen en las sabanas de una mujer que no se preocupo nunca por la educación de a penas una niña de 15 años.
Eli dejo el colegio cuando tenia 12 años, la madre le dijo que mejor se dedique al arte, aunque arte para esa mujer era algo muy malo para un chica de su edad.
Ella siempre tenia habilidades para todo, sabia desde cocinar, mantener una casa, como podia hablarte de cualquier tema, era una reina en filosofia, y por su cuenta sabia varios idiomas, si hay algo en lo que siempre invirtio su tiempo es en cultivar su intelecto por su cuenta, quizas no sabia muy bien matemáticas, pero podia en una conversación cerrarle la boca a mas de un licenciado en letras.
Eran las doce. Prendia el cigarrillo en la ventana, y recordó al viajero, y decidió escribir una canción sobre él.